Hay muchas cosas que caracterizan al mercado de la vivienda en España y con las que muchos de nosotros estaremos más que familiarizados a estas alturas de la vida. Una de esas cuestiones tiene que ver directamente con la enorme cantidad de viviendas verticales que tenemos en muchos de nuestros municipios y ciudades. Si salís de casa, podréis comprobar perfectamente de lo que estamos hablando: prácticamente en cualquier calle veréis pisos de varias alturas. Esto hace que el porcentaje de personas que viva en una comunidad de vecinos sea bastante alto en comparación con otros países de la Unión Europea y del mundo.
Como es lógico, esto hace que nos tengamos que amoldar a un estilo de vida muy concreto y que se basa en el respeto hacia las personas que viven en el mismo bloque de edificios que nosotros. Esto implica tener más cuidado con los ruidos, procurar evitar problemas con suministros como el agua, asistir a todas las reuniones para enterarnos de cuáles son las posibles mejoras para la convivencia, tener un cuidado permanente con las zonas comunes… Estas deberían ser actuaciones y valores inherentes al ser humano por el simple hecho de serlo, pero cuando vivimos tan pegados a otras personas es necesario que esto tengamos todo esto más en cuenta si cabe.
Uno de los temas más habituales en los últimos años en las comunidades de vecinos españolas tiene que ver con el uso de ascensores y su instalación. Lo primero que debemos tener en cuenta en este sentido es que muchos de los edificios que forman parte de nuestros municipios y ciudades son demasiado antiguos. Tanto es así que todavía quedan muchos que fueron construidos hacia mediados del siglo pasado y que no contaban con ascensores.
El dato de la noticia que os vamos a enlazar ahora y que es propiedad de eldiario.es es bastante esclarecedor: hay cinco millones de personas que viven en comunidades de vecinos sin ascensor. Una de cada diez personas, más o menos, se encuentra con un problema como el que estamos describiendo. Creemos que es lo suficiente como para abrir un debate en este sentido y empezar a trabajar en ponerle soluciones a este asunto. Vivimos en el siglo XXI, en un entorno en el que ya usamos la inteligencia artificial como si fuera un mecanismo de toda la vida. No puede ser que, al mismo tiempo que eso ocurre, haya tanto volumen de gente que se encuentre con problemas para llegar a su propia casa.
Además del dato que hemos compartido en el párrafo anterior, debemos tener en consideración una cosa: buena parte de las personas que viven en ese tipo de edificios tienen ya una avanzada edad y su cuerpo presenta problemas de movilidad de bastante enjundia. Por tanto, la instalación de un ascensor en su comunidad es de una importancia prácticamente vital. De lo contrario, es bastante posible que no puedan salir de casa. ¿Aguantaríamos nosotros una vida así?
Mi experiencia personal en relación a este tema
Quien escribe estas líneas es una de las personas que quizá más han peleado por la instalación de un ascensor en su comunidad de vecinos. Es algo que vengo defendiendo desde hace mucho tiempo. Hace un par de décadas, cuando mis padres ya tenían una edad bastante avanzada, solicité en una junta de vecinos que se planteara la instalación de un ascensor. En aquel momento, tenía una desventaja clara: mis padres ya eran ancianos, pero el resto de parejas que vivían en la comunidad de vecinos tenían una edad media, de unos cuarenta años más o menos.
Nadie hizo demasiado caso de lo que solicité para mis padres. Como a nadie le hacía demasiada falta el ascensor porque podían subir las escaleras a pie y el edificio solo cuenta con tres plantas, la propuesta no salió adelante. De hecho, solo dos de los diez propietarios votamos a favor, siendo el voto de los ocho en contra. El motivo por el cual hubo una mayoría tan amplia era el dinero. Y es que nadie quería que se aprobara una derrama para instalar el ascensor.
Las consecuencias de esto fueron devastadoras para mis padres, que tuvieron que limitar tanto como les resultó posible el salir de casa. Eso por no hablar de que, cuando les tocaba salir sí o sí, lo pasaban realmente mal a la hora de subir cada uno de los escalones que les separaban de su casa. Como hijo, ver eso es realmente duro. De hecho, nos llegamos a plantear que cambiaran de domicilio, pero no hubo demasiado tiempo porque el estado de salud de ambos empezó a decaer y apenas vivieron unos pocos años más.
Han pasado, como os decía, dos décadas de aquello y fijaos qué caprichoso es el destino. El piso sigue siendo de mi familia, y de hecho yo vivo en él en la actualidad. ¿Qué es lo que ha pasado? Simple y llanamente, que el tiempo no pasa en balde para nadie. Ahora, todos esos vecinos que votaron en contra de la instalación del ascensor en su día han tenido que replantearse por sí mismos esa situación porque muchos de ellos ya tienen más de sesenta años y empiezan a presentar dificultades a la hora de caminar y subir escaleras.
¿Qué es lo que se supone que debería haber hecho yo? La verdad es que podría haberme negado a la instalación del ascensor por simple y pura venganza. Todavía me encuentro lo suficientemente bien como para subir escaleras durante algunos años… y no hubiera tenido problema en mudarme a otro lado y vender este piso cuando las dificultades a la hora de caminar ya empezaran a convertirse en algo habitual en mi día a día. Pero decidí, el día en que volvió a salir a la palestra el tema de la instalación del ascensor, no actuar como habían hecho mis vecinos en su día y promover su instalación. Por cierto, la votación terminó con diez votos a favor y ninguno en contra. ¡Cómo cambia la vida!
Era el momento de apostar por algo que no habíamos hecho en su día: la instalación del ascensor. En nuestro caso, lo hicimos con Total Access porque nos garantizaban una mayor agilidad a la hora de acabar con el trabajo, algo que fue considerado prioritario por la inmensa mayoría de los vecinos de mi comunidad.
Ahora, todo el mundo disfruta aquí de una mayor calidad de vida gracias a que existe la manera de evitar subir las escaleras cada vez que sale o entra en casa. Eso, además de comodidad, aporta seguridad puesto que sabemos que no nos vamos a tropezar ni a sufrir ningún percance en un lugar como las escaleras, donde padecer algún pequeño tropezón puede ser fatal, especialmente para una persona mayor.
Como es lógico, pienso mucho en mi madre y en mi padre. Creo que, en caso de haber podido disponer del ascensor en su día, hubieran tenido unos últimos años de vida mucho mejores, de mucha más calidad. Me hubiese gustado que así hubiese sido. Aun así, creo que me mirarían con mucho orgullo si supieran que no he cogido el camino de la venganza con mis vecinos y he decidido demostrarles que tengo lo que ellos no tuvieron en su día: empatía.
España, que es uno de los países más envejecidos del mundo, necesita ascensores
Todos y todas somos conscientes de cómo se ha envejecido nuestra sociedad en los últimos tiempos. Por una parte, la esperanza de vida ha crecido de una manera considerable con respecto a mediados del siglo pasado. Por otro lado, la tasa de natalidad se ha reducido espectacularmente por diversos factores como la incorporación de la mujer al mundo laboral, los salarios precarios, la falta de ahorros de cara al futuro…
En lo que respecta a la esperanza de vida, España es el séptimo país del mundo en este sentido por detrás de Japón, Liechtenstein, Suiza, Corea del Sur, Singapur y Australia. Aquí tenemos una esperanza de vida media de 83 años, encontrándonos solo a uno de la cabeza de este ránking. Así es como nos lo hizo saber el portal web Statista.
Aunque el dato anterior es muy positivo, conlleva una serie de cuestiones a tener en cuenta, entre las que se encuentra dar cabida a una mayor cantidad de soluciones en lo que tiene que ver con la accesibilidad. Hay mucha gente que no puede andar, o que no lo puede hacer de una manera fluida y cómoda. Es nuestro deber proporcionar todos los medios que sean posibles para que esa accesibilidad no se vea afectada en ningún lugar. De lo contrario, no estaremos siendo ni justos ni humanos.
España necesita ascensores para sus mayores. Tened siempre en cuenta que, aunque ahora no os hagan falta, tendréis que tirar de estos objetos en el futuro lo queráis o no. A todos nos llega la hora. Y a todos nos pueden venir de perlas si tenemos algún tipo de lesión o si, simplemente, estamos cansados.