Los dentistas suelen ofrecer una serie de recomendaciones para mantener una salud bucodental óptima a lo largo de la vida. Aunque cada paciente puede necesitar consejos específicos según su situación, existen pautas generales que se repiten en la consulta diaria y que buscan prevenir problemas comunes como las caries, la gingivitis o la periodontitis. En esencia, los profesionales insisten en la importancia de la constancia y la atención detallada a los hábitos de higiene oral.
Uno de los consejos más frecuentes es la importancia de cepillarse los dientes al menos dos veces al día, preferiblemente después de las comidas principales. No se trata solo de hacerlo por rutina, sino de hacerlo correctamente, utilizando un cepillo adecuado que alcance todas las superficies dentales y que no dañe las encías. La técnica también es fundamental: movimientos suaves y circulares, evitando frotar con demasiada fuerza que pueda causar retracción gingival o desgaste del esmalte. Además, los dentistas recomiendan cambiar el cepillo cada tres meses o cuando las cerdas estén desgastadas, para garantizar una limpieza eficaz.
El uso del hilo dental es otra recomendación habitual que, sin embargo, muchas personas tienden a ignorar o a usar de manera incorrecta. Los profesionales destacan que el hilo dental es esencial para eliminar la placa y los restos de alimentos que quedan atrapados entre los dientes, zonas a las que el cepillo no llega. Hacerlo con regularidad ayuda a prevenir la inflamación de las encías y la aparición de caries interdentales, que suelen ser difíciles de detectar en etapas iniciales.
Además del cepillado y el uso del hilo, la elección del dentífrico adecuado también es motivo de consejo. Los dentistas suelen recomendar pastas que contengan flúor, un mineral que fortalece el esmalte y ayuda a proteger los dientes frente a los ataques ácidos de las bacterias. En casos específicos, como sensibilidad dental o problemas periodontales, sugieren productos específicos que contribuyen a aliviar síntomas o prevenir complicaciones.
Otro aspecto que los profesionales del sector suelen enfatizar es la importancia de una dieta equilibrada para la salud bucodental. Evitar el consumo excesivo de azúcares y alimentos procesados reduce significativamente el riesgo de caries, mientras que una alimentación rica en frutas, verduras y alimentos ricos en calcio y vitamina D contribuye a mantener dientes y encías fuertes. Además, moderar el consumo de bebidas ácidas como refrescos o zumos industriales es clave para proteger el esmalte dental.
La visita periódica al dentista es también uno de los consejos más repetidos. Aunque no se sienta dolor o molestia, acudir a revisiones cada seis meses o, al menos, una vez al año, permite detectar problemas en sus fases iniciales y aplicar tratamientos preventivos que evitan complicaciones mayores. Durante estas visitas, además de la revisión, se realiza una limpieza profesional que elimina el sarro acumulado, difícil de eliminar con el cepillado diario.
Además, desde el Consejo de Dentistas también advierten sobre el peligro de hábitos nocivos como el tabaco o el consumo excesivo de alcohol, que afectan la salud bucal y aumentan el riesgo de enfermedades como la gingivitis, el cáncer oral o la pérdida dental. Por ello, aconsejan reducir o eliminar estos hábitos para mantener la boca en condiciones óptimas.
Finalmente, para quienes practican deportes de contacto, el uso de protectores bucales es otro consejo habitual. Estos dispositivos ayudan a evitar traumatismos dentales y lesiones en los tejidos blandos, protegiendo así la integridad de la boca durante la práctica deportiva.
¿Qué franjas de edad tienen más riesgo de sufrir problemas bucodentales?
Aunque los problemas bucodentales pueden afectar a personas de todas las edades, ciertas franjas etarias presentan un riesgo mayor debido a factores específicos relacionados con el desarrollo, los hábitos o los cambios fisiológicos. En los niños y adolescentes, por ejemplo, el riesgo aumenta porque están en una etapa de formación y cambio de dientes, lo que puede facilitar la aparición de caries, especialmente si no se mantienen hábitos de higiene adecuados o si consumen alimentos ricos en azúcares. Además, durante la adolescencia, cambios hormonales pueden afectar las encías, aumentando la probabilidad de inflamación o gingivitis.
Por otro lado, los adultos jóvenes y de mediana edad también pueden presentar problemas bucodentales, aunque en muchos casos estos se relacionan más con el estilo de vida, como el consumo de tabaco, alcohol o una dieta poco equilibrada. En esta etapa, la aparición de enfermedades periodontales comienza a manifestarse, y las caries pueden desarrollarse si no se controla adecuadamente la higiene.
Sin embargo, la franja de edad que enfrenta un riesgo más elevado y constante son las personas mayores, especialmente a partir de los 60 años. Con el envejecimiento, la boca sufre una serie de cambios fisiológicos: disminuye la producción de saliva, lo que provoca sequedad bucal y facilita la proliferación bacteriana; las encías pueden retraerse y perder firmeza; las piezas dentales, cuando aún están presentes, suelen estar más desgastadas; y en muchos casos, el uso de prótesis dentales añade un reto extra para mantener una buena salud bucal. Además, las enfermedades crónicas y el consumo de múltiples medicamentos afectan la salud oral, aumentando la vulnerabilidad a infecciones, inflamaciones y problemas como la estomatitis o las caries radiculares.