El milagro de la Albufera

El cambio climático está muy de actualidad. No se trata de una minucia, sino de algo serio que el planeta esta sufriendo. Somos conscientes de la aceleración del mismo, merced al abuso de la mano humana: la explotación de los acuíferos y la depresión del territorio de las zonas húmedas de nuestra geografía patria, ha sufrido una degradación deplorable. Doñana y el Mar Menor, son los claros ejemplos de la decadencia reseñada. El abuso al que ha sido sometido Doñana centrado en los pozos ilegales y el Mar Menor, gracias a la edificación masiva y abusiva, aunadas a la falta de agua, han derivado en que estos dos espacios naturales, cuna de una gran biodiversidad acuática y viaria, agonicen, gracias a la deficiente planificación del territorio y sus necesidades.

Con estos dos ejemplos, la Albufera de Valencia, puede ser considerada una zona privilegiada, un milagro que, pese a haber sufrido un fuerte impacto, debido a la actividad humana, goza de un excelente momento ecológico. A tan solo unos kilómetros de la capital, este entorno natural, esta considerado como el mayor lago natural de España y, es uno de los espacios protegidos que más riqueza biológica alberga, debido a su hábitat marismeño, plagado de los consabidos arrozales y, a su situación que le permite ejercer como lugar de paso para infinidad de especies aviares.

De la mano de Paseos en barca El Besso, conocedores de la Albufera y excelentes anfitriones de todo aquel que quiera disfrutar de la misma a bordo se sus barcas, vamos a conocer este entorno natural. Cada año, este lugar tan conocido, recibe la visita de doscientas mil personas que llegan a el, atraídas por la belleza de su paisaje: caña y barro sobre el agua que se acaba adentrando en el mar, o más bien, el mar en ella, a través de los ríos que riegan este impactante lago.

No solo su inconmensurable belleza es el atractivo de la zona, la amplia oferta recreativa y la gastronomía, basada en arroces cocinados a su particular y conocida manera, son los puntos fuertes de este milagro de naturaleza que, todavía sigue alejado del abuso humano.

Un acercamiento al Parque Natural de la Albufera

Los territorios del actual Parque Natural, se originaron hace miles de años, momento en que un golfo marino que se extendía entre los ríos Turia y Júcar, quedó separado del mar Mediterráneo. Una barrera de arena, formada por la propia naturaleza, hizo posible esta separación. Poco después de esta formación, la Albufera, sería explotada por la caza hasta llegar el cultivo de arroz, pilar fundamental del paisaje. En este caso, la mano del hombre, ha contribuido a perfilar y definir los principales hábitats naturales de la zona. Protagonistas únicos en la actualidad de todo visitante que se preste a observar la zona.

Esas partes de las que se compone la Albufera son:

La restinga, como se conoce a la franja arenosa que aisló la Albufera hace miles de años. A lo largo de ella, la llamada Devesa del Saler, entorno natural llamativo, a pie de playa y poblado en la mayoría de su extensión por pinos. Representa uno de los pocos arenales costeros formados en el Pleistoceno y que aun, permanecen.

La laguna de la Albufera, representa en toda su extensión, el origen de todo lo que alberga el Parque. No solo se encarga de proveer a los arrozales del agua necesaria, a su vez, posee un valor paisajístico y una biodiversidad inigualables e incalculables.

El marjal, o arrozal para los profanos, es el resultado de un proceso de cultivo que se inició en el siglo XVII en beneficio de la propia laguna. En la actualidad, ocupa dos tercios del Parque.

El monte, desde cualquier punto del Parque Natural, pueden observarse pequeños relieves esparcidos a lo largo y ancho de la Albufera, estos pequeños montes, representan pequeños islotes de vegetación arbórea.

Cosas que hacer en la Albufera

Visitar este enclave, es algo único. Viajar hasta la Albufera permite disfrutar no solo de un paisaje embriagador que acapara la atención de todo aquel que por allí pase. No hay viajero que por allí se encuentre y no se detenga a contemplar sus maravillosas e inigualables puestas de sol. Sin embargo, la Albufera de Valencia, ofrece mucho más, por si esto, fuera poco.

Sabiendo que, tratándose como se trata de un entorno natural y salvaje, dispone de un acceso sencillo, ya que se encuentra a diez kilómetros de la misma Valencia, acercarse a ese entorno y disfrutar de su oferta natural, recreativa y gastronómica, no tiene excusa.

Aunque lo ideal es acercarse al Centro de Visitantes Racó de L´Olla, desde aquí dejamos algunas ideas para disfrutar de un viaje sin igual por las rutas del arrozal más conocido de nuestro país.

Una amplia red de senderos señalizados, recorren la Albufera, adentrándose en ella, ya sea a pie o en bicicleta. La ruta roja, puede hacerse en bicicleta, atravesando un significativo bosque mediterráneo y llevándote hasta la torre mirador, donde la panorámica sobre la laguna es inigualable. La ruta verde, se adentra por los campos de arroz y permite adentrarse en la cultura de la zona. La ruta azul, se inicia en Catarroja y, pasando por su puesto, permite conocer los procesos de construcción de las embarcaciones típicas de la zona; las albuferencs.

Otra forma excelente de recorrer el entorno, son los paseos en barcas. Son seis los embarcaderos municipales señalizados en los diferentes pueblos de la zona. Los más populares, El Saler y El Palmar. A diario se organizan excursiones en barca con guías locales que acercan a los visitantes a las orillas de la laguna para que puedan observar y contemplar su rica fauna.

Para los amantes de las aves, existen varios puntos indicados para el avistamiento de aves. Entre octubre y marzo, la avifauna abunda en el humedal y puede disfrutarse de su avistamiento desde la torre mirador de la laguna o el Mirador de Pujol.

Acudir a la lonja de pescado es otra de las cosas que no se pueden dejar de hacer si visitas la Albufera. Solo ha sobrevivido la de El Palmar y, si bien es cierto que nada tiene que ver con lo que fuera antaño, sigue siendo todo un espectáculo asistir a la compra venta de los pecados en un ambiente que mantiene el clima de otra época. En esta lonja, se pueden comprar lubinas, anguilas o especies como la carpa.

Visitar la playa de la Devesa de El Saler, formada por una franja de tierra y vegetación, prácticamente virgen y que, como hemos dicho, actúa de barrera natural entre el Mar Mediterráneo y la laguna de agua dulce, es una experiencia que va más allá del baño: cinco kilómetros de extensión, conformados por una arena fina y dorada, flanqueados por un cinturón de pinos, lentiscos, madreselvas, palmitos y coscojas, con su consiguiente hábitat de aves.

Gran parte de la superficie pertenece al municipio de Valencia, el resto se comparte con otros trece pueblos de vocación agrícola y pesquera (hay que probar los tomates rosas de la tierra) y otros, con vocación meramente turística.

Adentrarse en la Albufera invita a abrir el apetito y su gastronomía única, precedida por ser el lugar que vio nacer a la cocina típica valenciana y su tradicional paella, hacen las delicias de los visitantes. Disfrutar de un arroz en la tierra de las flores y es algo inevitable si quieres que tu viaje a este milagro de la naturaleza, sea completo.

Todo este entorno natural de valor incalculable en lo que a biodiversidad respecta, se esta viendo claramente amenazado por la mano del hombre, pues como decíamos al principio de este artículo, es un milagro que siga intocable. Sobre el terreno, planea la incertidumbre de la construcción que pretenden llevar a cabo, reduciendo la extensión de la zona natural, la línea de costa y poniendo en peligro no solo la vida de las personas que viven junto a la playa como el caso de Pinedo o el Perellonet, también la existencia del parque natural.

La Albufera existe porque el agua dulce de su laguna, no se mezcla con la salada que procede del mar Mediterráneo que baña sus costas. Si sus playas se siguen estrechando, será inevitable el riesgo de que se produzcan filtraciones de agua salada hacia esa maravillosa laguna. De ocurrir esto, el milagro dejaría de existir y, en pocos años, la Albufera, sería convertida en una nueva Doñana o un nuevo Mar Menor, donde se vería afectada la biodiversidad, la vida y economía de las miles de personas que viven en y de, los lagos.

Esta acción, provocaría que los arrozales y sus cultivos, fueran inservibles, inviables. Perdiendo de esta manera la principal actividad económica de la zona y gran parte de su turismo que, solo acude a Valencia, para contemplar este milagroso entorno natural que hasta ahora, ha sobrevivido al mal hacer del ser humano. La mejor manera de evitar que esto suceda es seguir visitando el humedal y no dejar que el turismo prefabricado, termine con el turismo natural.

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